En el Paso 11, concertamos un compromiso para toda la vida de conocer día tras día la voluntad del Señor y tener el poder de llevarla a la práctica. Una de las bendiciones más grandes de la restauración del evangelio en estos últimos días es la certeza que tenemos a un amoroso Padre Celestial quien vive. Él literalmente es el Padre de nuestros espíritus y nos conoce a cada uno por primer nombre. Por medio de la oración y la revelación personal, nuestro Padre Celestial nos comunica con nosotros y nos guía a nuestras vidas. La oración y la meditación son antídotos fuertes contra el temor y la depresión.
Durante el proceso de la recuperación, tenemos que buscar un momento de quietud para estudiar las escrituras y orar. Si aún no lo ha hecho, aparte un momento para orar y meditar, quizás por la mañana, durante el cual pueda poner a Dios en primer lugar, antes que a ninguna otra persona o cosa de ese día. Ore a su Padre Celestial, buscando que el Espíritu le guie. Entonces estudie, valiéndose de las Escrituras y las enseñanzas de los profetas actuales coma guía para su meditación.
Una vez concluidos esos preciados momentos de meditación en privado, no deje de orar. La oración silenciosa en lo más recóndito de su corazón y de su mente se convertirá en una manera constante de pensar durante el día y de enfocarse en su despertar espiritual.
“Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu.” 2 Tesalonicenses 5:17-19
Al mantenerse libre de sus adicciones, estará más capacitado para recibir la guía del Espíritu Santo. El Élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, nos enseño: “El Espíritu Santo no protegerá de ser engañados, pero a fin de recibir esa maravillosa bendición, siempre debemos hacer lo necesario para retener ese Espíritu…Y nunca debemos tomar en nuestro cuerpo ni hacer con él nada que aleje al Espíritu del Señor.”
El Señor respeta su voluntad y su albedrio, y le permite decidir acercarse a Él libremente. Él se acerca a usted cuando usted le invita a hacerlo.
“Allegaos a mí, y yo me allegaré a vosotros; buscadme diligentemente, y me hallaréis; pedid y recibiréis, llamad, y se os abrirá.” Doctrina y Convenios 88:63
En El Libro de Mormón, Alma testificó que el ayuno y la oración aumentaron su capacidad para recibir revelación. La abstinencia de su adición puede considerarse una especie de ayuno.
“He aquí, os digo que el Santo Espíritu de Dios me las hace saber. He aquí, he ayunado y orado muchos días para poder saber estas cosas por mí mismo. Y ahora sé por mi mismo que son verdaderas; porque el Señor Dios me las ha manifestado por su Santo Espíritu; y éste es el espíritu de revelación que está en mí. Alma 5:46
Yo le doy me testimonio que el Señor Jesucristo está listo para ayudarnos. Él está a la puerta, pero tenemos nosotros que abrirla y le permite entrar en nuestras vidas. La oración y la meditación son las llaves que nos permiten abrir la puerta.
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él; y cenaré con él, y él conmigo.” El Apocalipsis 3:20
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