Aprendemos de esta esperanza al estudiar la vida del Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento de la Biblia. Se encontraba el Señor frecuentemente con los enfermos, los pecadores, los pobres, y los rechazados – los enfermos del cuerpo y del espíritu.
Una vez, se sentó Jesús a la mesa en una casa junto con “muchos publicanos y pecadores" que habían venido estar con Jesús y sus discípulos. Cuando los fariseos vieron esto, les dijeron a los discípulos: “¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y los pecadores?”
Al oír esto, Jesús les dijo: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.” San Mateo 9:10-13
Los que sufren de adiciones están enfermos del cuerpo y del espíritu, y necesitan el Gran Médico. Yo le testifico que podamos recibir las tiernas misericordias del Señor en nuestras vidas al grado que aprendamos a esperarlas y que lleguemos a creer que el poder de Dios puede en verdad ayudarnos a recuperarnos.
Nos complazcamos oír las palabras del Elder Boyd K. Packer del Quórum de los Doce Apóstoles, que si regresemos al Señor, no habría “habito, adicción, rebelión, trasgresión, apostasía, ni crimen en los que no [se cumpliera] la promesa de un perdón completo.”
El Gran Médico con los Diez Hombres Leprosos
Yo se que Jesucristo vive y que Él es el Gran Médico con poder para sanarnos y aliviarnos. En las palabras del profeta Alma del Libro de Mormón:
“¿Crees en el poder de Cristo para salvar?...Si crees en la redención de Cristo, tu puedes ser sanado.” Alma : 6,8
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